Voy cayendo de espaldas,
siento que estoy volando,
y mis alas jamás se romperán
porque están cosidas con hilos de libertad.
Deseo asomarme por la ventana,
gritarle al mundo que soy feliz.
Mirar adentro, recorrer mi alma
y constatar que la tempestad paso sin más.
Se me antoja, ahora mismo,
besar la boca con sabor a miel
de un hombre sensible y pensante
que endulce el amargo que dejaron otros.
Quiero contar estrellas abrazada a mí,
pasar de prisa las hojas de las historias tristes,
estrenar cada mañana una nueva esperanza,
salir volando y sentir de nuevo su sabor a miel.
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