Como río caudaloso,
un inmenso pesar azota mi alma
y perturba mi mente.
Me resulta ofensivo
pensar en las riquezas del mundo;
cuando miro a mi lado
al niño descalzo, hambriento
y casi desnudo;
quien, aún con mirada tierna
y palabras insolentes,
se disfraza de calle.
Mas su disfraz no me engaña;
me atormenta pensarlo mi hijo;
tampoco me consuela saber que no lo es.
Egoísta sería creer que es ajeno a mi vida;
es sólo un niño que merece estar feliz,
tranquilo y mimado;
¡no así! trastornado, correteado,
con olor a cemento y a inocencia perdida.
Inmenso pesar, es momento de actuar…

No hay comentarios:
Publicar un comentario